martes, 25 de octubre de 2011

Cambio de paradigma

A veces resulta acertado realizar ciertos cambios en algunos aspectos de nuestras vidas, en pos de una situación mejor que la actual, ya sea a nivel emocional, profesional o sencillamente a la hora de preparar el pisto para los espaguetis.

Otras veces sin embargo, puede ser caótico, problemático e incluso dramático. Lo complicado del asunto es el alto de grado de incertidumbre provocado por la inexistencia de argumentos que nos puedan asegurar de modo alguno que suceda una u otra cosa. Puede que incluso los cambios sean completamente inocuos y por tanto supongan una importante pérdida de tiempo, algo muy valioso en los tiempos que corren, valga la redundancia.

¿Por qué arriesgarse entonces? ¿si algo funciona como está, para qué cambiar nada? en mis cortos 28 años de edad he escuchado estas palabras más veces de las que hubiese querido.

Nuevamente es nuestro amigo el miedo (Sin miedo) el principal protagonista de esta historia. Y es que algunos son tan conservadores que tienen más miedo de perder lo que ya tienen, que de no alcanzar las expectativas.

Pero es ese mismo temor el que nos debe servir de faro para advertir la frontera del océano por el que navegamos, sin que sea un obstáculo más, siendo siempre posible cambiar el rumbo o incluso llegar a la orilla y seguir a pie.

Por desgracia no siempre se percibe bien su luz, o sencillamente miramos hacia otro lado para percatarnos cuando ya es demasiado tarde, y entonces sucede el "desastre", que puede llegar incluso a hundirnos en el fondo y hacernos creer que no seremos capaces de salir a flote.

En ese momento es cuando me saco de la chistera mi famosa frase de: "las cosas buenas son para recordar, las malas para aprender de ellas". La consecuencia más directa del abuso de esta frase es lo que he acabado por describir como "ir llenando el vaso hasta que reviente", y claro, como bien indica tan explícita sentencia, se tercia necesario uno o varios cambios que permitan evitar tan funesto final.

Llegado a ese punto, cualquier atisbo de miedo está completamente sepultado bajo una espesa capa de ira y frustración maquillada por la influencia de nuestro entorno. Es el momento de tomar ciertas decisiones, por muy radicales que parezcan, mantener la mente fría y afrontar las consecuencias con la cabeza bien alta.

Sin cambios, las cosas importantes perderían gran parte de su valor y haría que la esencia de cada uno, algo que permanece inmutable por mucho que nos empeñemos, quedase dispersa en el tiempo.

¿Dispuestos a aceptar cualquier reto? Yo sí.

Todos piensan en cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo - Alexei Tolstoi

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