martes, 30 de agosto de 2011

Prácticamente de corazón


Hoy seré breve, como se suele decir, a buen entendedor pocas palabras bastan. Si bien este es un blog dedicado a mis reflexiones (algo que requiere más que un puñado de palabras), la que hoy me ocupa es simple y directa.

Propiciada por un momento sin control, arraigado a la esperanza por encontrar el equilibrio existente en un punto de inflexión entre la felicidad y la tristeza.

Poco estricto, casi difuso, pero encauzado en el camino que me conduce a un infinito mar de lágrimas y lamentos.

Llegado ese punto, estaría dispuesto a dar cualquier cosa para conservar ese equilibrio; temeroso, prudente, pero decidido. Pues la lucha por dura que sea, merece la pena.

Merece la pena esa extraña sensación de plenitud alcanzada, esa paz interior que el cariño, el roce de una caricia o una profunda mirada evocan lo mejor de cada uno y arrancan una inspiradora sonrisa.

Un suspiro nacido desde el abdomen que infla mi pecho, enrojece mi fulgurante corazón y que delata un amor sincero.

Inunda mi conciencia de pensamientos e ilusiones que bajo ninguna otra circunstancia en esta vida, son posibles.

Algo mutuo, tan poderoso como para mover montañas o reducir enormes distancias a escasos centímetros.

Un arma de doble filo, al que estoy dispuesto a hacer frente, sin miedo al más que probable fracaso... porque merece la pena.

2 comentarios:

  1. Yo también seré breve ¿por qué todo el mundo lo encuentra menos yo? :(

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  2. La angustia de pensar que eres la única que no lo encuentra no deja de ser otra barrera más al ya complicado panorama actual donde encontrar una sincera conexión con otra persona, puede llegar a ser una auténtica odisea.

    Ojalá todo fuera tan sencillo como apretar un botón mágico, que rompiese con toda barrera o temor y automáticamente nos vinculase a la persona perfecta.

    Ojalá el entendimiento entre dos personas fuera una ciencia exacta cuyo algoritmo de resolución fuera de dominio público.

    Pero la realidad es que se trata de un proceso muy complejo, donde incluso cuando se dan las condiciones adecuadas, la más nimia de las cuestiones puede echarlo todo a perder.

    Sólo queda dejarse llevar por las circunstancias y cuando surja esa chispa, luchar por ella, puesto que más allá de la satisfacción propia ese vínculo puede llegar a algo grande, insustituible y que ayude a completar a dos personas que de otro modo no podrían alcanzar la experiencia inherente a esa unión.

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