Fecha original: sábado, 28 de agosto de 2010
A medida que las personas avanzamos en el inescrutable y sinuoso camino del vivir, hayamos muchas formas de entender la propia naturaleza de las premisas que nos conducen a ver las cosas de una forma u otra, ofreciendo un función hiperbólica de aproximación a la realidad a medida que avanza el tiempo.
Se conoce como experiencia, aunque muchos no creen en ella y abortan todo tipo de intento de comprensión ante las típicas frases como: "cuando seas mayor lo entenderás", pues parece a simple vista que muchas veces ese sentido común del que tanto presumimos en algunos momentos, nos permite saltar por encima de los problemas cómo si no fuera con nosotros.
Por desgracia, la realidad nos arrastra a un círculo vicioso donde cada nuevo giro aporta una nueva cana a nuestro cuero cabelludo como consecuencia de las múltiples situaciones en las que el magnífico sentido común de algunos se impone ante la aplastante lógica de la propia situación. Suele ocurrir, sin embargo, que ni la aplastante lógica, ni el estrepitoso sentido común de un tercero, son fuertes mástiles para poner rumbo a una decisión acertada.
Es en este momento cuando entran en juego tal cantidad de variables, muchas de ellas aleatorias, que la resolución de un sencillo problema puede llegar a convertirse en un arduo inconveniente para los interrogantes venideros. Por consiguiente, acabamos por descubrir un auténtico universo de posibles decisiones erróneas pero que no arrojan un candidato claro como decisión "no tan errónea".
Si tratásemos de establecer un marco de objetos que nos ofrezcan una visión completa de la situación, romperíamos a llorar al descubrir que el número de permutaciones y el nivel de complejidad de éstas, no nos permite ver más allá de lo evidente y percibir el final.
Entonces recordaremos esas sabias palabras de consejo desinteresado que nos marcaban una pauta basada en la experiencia y que en su día, bacilando al destino, decidimos dejar en boca de aquellos que las pronunciaban. Y es que difícilmente alguna vez podremos decidir acertadamente sobre algo que ni siquiera comprendemos.
Una pena que sólo tengamos una oportunidad.
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