Fecha original: Martes, 17 de agosto de 2010
Si tuviéramos que datar de algún modo el principio del "momento facebook" sería bastante difícil discernir entre lo que realmente consideramos como el que fue el inicio de una de las mayores redes sociales de internet y el momento en el que empezamos a utilizarlo como herramienta de relación social.
Como punto de partida, valga la redundancia, podemos tomar el momento en el que cada cual se abre una cuenta, se registra, empieza a indagar, a subir fotos...
¿Pero cuál fue la motivación que le empujó a hacer tal cosa? ¿los amigos que le miraban raro por no tener facebook? ¿la vanal esperanza de encontrar a su media naranja en una red donde perdemos parte de nuestro pudor y sentido del ridículo?... Yo creo que es bastante más complicado que todo eso.
Existe la alta probabilidad de que todo empezara como una forma más de comunicarse, enriquecida por sus ámplias y ambiciosas posibilidades con la particularidad de que no se necesita un contacto directo con los partícipes de la comunicación, ese contacto directo que tanto tememos y que tan poco practicamos.
El caso es que cual enredadera se extiende por el jardín, este tipo de redes sociales fueron copando nuestras vidas aportando un espejo selectivo de nuestras personalidades donde cada uno disgrega las personas con las que se relaciona, la forma en la que lo hace y sobre todo la información que ofrece sobre sí mismo.
En la otra cara de la moneda están los "conspiranoicos" de la red, que se empeñan en creer que internet es un mundo donde las empresas han puesto todo su empeño para tener la mayor cantidad posible de información sobre todo el mundo y nos manipulan alegremente para que vayamos corriendo a comprarnos lo último que han sacado al mercado; por eso ocultan toda su información en una caja fuerte con la esperanza de que nadie les robe sus ideas.
Pero tal vez sea una simple cuestión evolutiva, tal vez sin quererlo estamos modelando una nueva sociedad donde cada persona aporta parte de lo que sabe, parte de sus experiencias y de sus ideas, tal vez ya no estemos en la sociedad de la información, sino en la sociedad del conocimiento.
Un conocimiento engendrado por las distintas generaciones de un mundo tan cambiante como confuso, donde la mentira esconde a la verdad, donde a pesar de la inmensa cantidad de "ruido" que puede encontrarse, siempre podemos encontrar esperanza.
Es en este punto, en el que satisfacemos nuestra curiosidad y capacidad de relacionarnos arropándonos con este conocimiento buscando una verdad, que en el fondo, nos define, para que sin volver al principio tengamos el momento necesario que encauce la razón por la que nos comunicamos a través de un teclado, un ratón y una pantalla.
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