O de cómo el ser humano tiende a llenar los vacíos que encuentra en su camino a base de pensamientos que tienen un propósito más profundo de lo que en un principio puede parecer. Pensamientos cargados de pequeños "pedacitos" de imaginación que mágicamente se unen y conforman pedazos mayores.
Es una delicia ver cómo "de la nada" el cerebro es capaz de crear ideas que cuando se materializan no dejan de asombrarnos pese a que habitualmente tenemos la firmeza de que no podemos ver nada que nos sorprenda a estas alturas. Ideas forjadas con ilusión, pensamientos positivos y que en determinadas ocasiones nos llenan de tanto entusiasmo que su incesante intento por materializarlas se convierte en lo que llamamos sueños.
Y con esto no me refiero a los sueños que tenemos cuando dormimos, sino precisamente a los que nos arrebatan ese descanso. Esos que perseguimos con ahínco e ilusión y que alimentan nuestras esperanzas por verlos realizados. No en vano, se les suele de calificar de ilusos a aquellos que rozan la obsesión por tratar de cumplir algunos de estos sueños, ya que a veces se salen tanto de lo que consideramos habitual, que provoca incluso rechazo social.
Nada más lejos de la verdad, esta profunda búsqueda de una realidad que conecte nuestros pensamientos con los hechos palpables que conocemos y a los que estamos habituados, no desfallece en su intento de salir a flote en el infinito océano que inunda nuestras vidas de costumbres y actos arraigados a cada cultura. ¿Es éste un filtro natural creado por nuestra sociedad para detectar a aquellos que no encajan en ella? ¿o es algo más? Pensémoslo un poco más detenidamente.
Podría realizar una serie de argumentaciones matemático-teórico-cintíficas que me sirviesen de apoyo para llegar a las conclusiones que pretendo alcanzar, pero me basaré en algo más simple, ya que como con casi todo en esta vida, siempre hay una forma más sencilla de hacer las cosas. Algo tan sencillo como una pelota, sí, ese objeto esférico que se suele utilizar para jugar y que dependiendo del juego en cuestión tiene unas características u otras, como el tamaño o el material con el que está construido.
Independientemente de estos factores, cuando se lee la palabra "pelota" es inevitable llevar a la mente una imagen esférica o circular que posteriormente asociamos a unas cosas u otras dependiendo de nuestra cultura, educación, o de nuestro entorno en general. Ahora si imaginamos la situación de dos niños (sin género) que ven una pelota, a lo mejor no por primera vez, pero si cuando se plantean por primera vez porque una pelota es como es. Si hay algo en lo que estamos de acuerdo, es en que los niños están cargados de ilusión, inocencia y curiosidad por las cosas, ergo dicha situación es bastante normal.
El primer niño cuando observa la pelota se plantea subconscientemente que se parece mucho a esa cosa brillante que apareció anoche en el cielo y que curiosamente parecía estar muy cerca, pero en realidad estaba muy lejos, es entonces cuando el niño empieza a dejar fluir su ilusión y curiosidad despertada por tan extraño objeto, que puede ser tan parecido y a la vez tan distinto, obviamente, inconsciente de la verdadera naturaleza de la luna, su forma, su brillo o por qué aparece por la noche allí arriba en el cielo. Sin embargo, tan sencillo acto de observación puede despertar un gran interés del futuro hombre (o mujer) por la extraordinaria naturaleza de nuestro satélite natural.
De un modo semejante el otro niño, puede que al ver la pelota se sienta fascinado por la "expresividad" de la pelota que rebota contra la superficie y lo hace de forma distinta en función del ángulo, la fuerza del impacto o incluso de la morfología de la propia superficie. En este caso, su interés se despertaría en otra dirección totalmente opuesta de la del primer niño.
Podríamos estar hablando perfectamente de la infancia de Neil Amstrong y Arancha Sánchez Vicario, o simplemente de dos personas que perdieron parte de esa ilusión en un momento de sus vidas y que escogieron caminos donde sus sueños, sus metas u objetivos quedaron relegados a un segundo plano.
Aquí es donde muchos intervendrán alegando que la ilusión "está bien", pero hay que ser realistas, y la realidad es dura, difícil y a veces incluso puñetera, pero ésta no es incompatible con la ilusión, los sueños y las esperanzas, de hecho, ésta realidad se ha ido formando con estas pequeñas pizcas de ilusión que algunos despertaron en los demás, que un hombre hizo historia al pisar por primera vez la luna a pesar de la increíble distancia que los separaba, o que una mujer hizo historia también como una de las mejores tenistas conmoviendo y emocionando a miles de personas.
La ilusión, los sueños y las esperanzas, son parte de nuestra esencia como seres humanos, negarla y arrodillarse ante la dificultad de la realidad, no es más que un burdo intento por negar lo que somos, por la comodidad de un mundo dirigido por los demás en el que nuestras vidas viajan por los raíles que éstos dejaron, un mundo vacío, sin la mitad del valor que en realidad tiene.
Dejad que el niño que lleváis dentro os devuelva la ilusión.
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